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Como bien dijo Maga hace algunos posts, "a cojer se aprende cojiendo". Esa es la realidad.
Me atrevería a decir que esto se aplica en sus dos versiones disponibles:
* Si tenés una pareja estable desde hace mucho tiempo (es decir, si venís cojiendo con la misma persona y solamente con esa, durante años y años...), las performances sexuales de ambos protagonistas van mejorando con el paso del tiempo, el conocimiento propio y del otro, el derribamiento de trabas (con B, sí!... bah, salvo que tengan otras preferencias sexuales...) y las desinhibiciones, aprender qué es lo que le gusta al otro que le hagan y qué es lo que nos gusta a nosotros que nos hagan, probar, cambiar, variar. Es decir: no hace falta necesariamente que uno haya cojido con muchas personas como para ir mejorando el estilo.
* Si sos de los que han acumulado números en la columna del Haber, seguramente también habrás notado que con cada persona con la que compartiste sábanas (mesadas, suelos, sillas, escaleras, ascensores, autos, duchas, baños públicos... perdón! ya vuelvo!) se aprendió algo nuevo. Aunque suene siniestro, la realidad es que todos vamos armando una suerte de estadística sobre la cual nos basamos para formular máximas del estilo: "No existe ser humano que no se caliente con el recorrido básico: beso de lengua, succión del lóbulo de la oreja con acompañamiento de respiración agitada o gemido, besos en el cuello (y a partir de ahí, podemos seguir en dirección Sur...)" o con cualquiera de las cosas que Maga enumeró en el post de acá abajo.
Lo bueno del sexo es justamente eso: que evoluciona, que mejora, que crece, en definitiva: que se aprende mediante la experiencia (sí, ensayo y error también sirve para aprender las "cosas que no...").
Pensemos que siempre hay un 50% que ponemos nosotros como individuos. Eso ya lo tenemos garantizado. Y después, podemos sorprendernos, innovar, repetir o aprender del 50% que aporta el otro. Lo importante sería entonces no caer en la rutina, no permitir jamás que el sexo se convierta en algo mecánico y aburrido. En líneas generales: disfrutar es la palabra clave. Y si se disfruta como si pensáramos que mañana se va a acabar (linda palabra...) el mundo, seguramente nos permitiremos muchas más cosas que nos proveerán de experiencias muy agradables.
La experiencia nos demuestra que siempre nos equivocamos cuando pensamos "Esto no puede estar mejor!". Sí, puede. Por suerte, sí.
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